Lamentablemente, cuando la industria automotriz mostraba signos de recuperación tras el impacto de la pandemia del Coronavirus, apreció un nuevo problema: la escasez de chips. Lo cierto es que ya van más de seis meses en los que el inconveniente sigue sin poder resolverse, lo que produjo que la mayoría de las plantas ensambladoras de vehículos deban cerrarse temporalmente.
Para peor, la situación está provocando que suban los precios de los autos o que se prescinda de ciertos elementos de equipamiento como cuadros de instrumentos digitales o el sistema start/stop, entre otros.
¿Cúando se va a resolver el problema?
La escasez de chips es tal que se espera que la situación dure, como mínimo, hasta 2022, y que para revertirla se deban invertir miles de millones de dólares. De acuerdo con la consultora Bain & Company, pese a las grandes inversiones que se han anunciado y al apoyo institucional en los países afectados, a corto plazo son muy limitadas las opciones que existen para resolver la problemática.
Además, se cree que el problema con los chips no es un hecho aislado y listo, sino que en el futuro se sucederán múltiples eventos similares, que presentarán las mismas o aún mayores dificultades para la industria.
A pesar del impacto, la industria automotriz juega un papel menor en el mercado de esta clase de componentes, ya que solo posee un 10% del mercado mundial. Por lo tanto, la crisis afecta mayormente a otros sectores, como por ejemplo el de los aparatos tecnológicos.
Otro de los principales problemas de esta crisis es la concentración de proveedores. Por ejemplo, la empresa taiwanesa TSMC es la responsable de alrededor del 80% de los chips microcontroladores.
