dom 22 de diciembre de 2024

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Autos clásicos

Walter Chrysler, de ferroviario a creador de un imperio

Gran parte de su trayectoria se vio forjada bajo la oración "El verdadero secreto del éxito es el entusiasmo".

Walter Chrysler, de ferroviario a creador de un imperio

Uno de los nombres de gran relevancia dentro de la historia del automóvil mundial es Walter Percy Chrysler. Nacido en 1875, en Wamego, Kansas, Chrysler siempre estuvo inmerso en la movilidad y el transporte. Su padre, un ingeniero de locomotoras, fue la inspiración para convertirse en maquinista a los 18 años. De esta manera, inició su carrera en la industria ferroviaria trabajando para Santa Fe Railroad, para más tarde convertirse en maestro mecánico y superintendente de la también empresa ferrocarrilera Chicago Great Western.

No fue hasta el Salón de Chicago de 1908 que Walter Chrysler comenzó a interesarse por los automóviles. Fue tal el interés y pasión que surgió por ellos que compró un auto de la marca Locomobile, pero en lugar de conducirlo, lo desarmó para ver cómo funcionaba.

En 1911, Chrysler se reunió con Charles Nash, entonces presidente de General Motors, quien le ofreció un puesto como jefe de producción para Buick en Flint, Michigan. Dentro de sus aportes en la empresa, se destacaron sus numerosas formas de reducir los costos de producción y finalmente fue nombrado presidente de Buick. Posteriormente, en 1919, se retiró en oposición a la visión de William Crapo Durant, fundador de General Motors. Sin embargo, su retiro no duró mucho.

Tras su salida de GM, de inmediato, Chrysler fue contactado por un grupo de banqueros que controlaban la deuda de Willys-Overland Motor Company que deseaban que este visionario frenara la hemorragia financiera de la empresa. Con un increíble salario de un millón de dólares anuales, Chrysler redujo drásticamente la deuda de Willys-Overland e incluso intentó una adquisición de la compañía por parte de John North Willy en 1921.

Al no obtener éxito, Chrysler adquirió una participación mayoritaria en la tambaleante Maxwell Motor Company. Walter Chrysler, con la ayuda de tres exingenieros de la compañía Studebaker, Fred Zeder, Owen Skelton y Carl Breer, construyó el primer automóvil con su propio nombre en 1924.

Bajo el nombre de Chrysler Six, el auto era sumamente sofisticado en la época, ya que estaba equipado de un motor liviano y potente de seis cilindros de alta compresión, un filtro de aceite y de aire reemplazables, pistones de aluminio y, por primera vez, un sistema de frenos hidráulicos en las cuatro ruedas. Con un precio de USD 1.500, este auto capaz de alcanzar 115 km/h definió cómo serían los productos de la marca Chrysler: vehículos "de lujo" accesibles, conocidos por su ingeniería innovadora y de primera categoría.

Tras la creación de este modelo, en 1915, Chrysler reorganizó la empresa y dentro de los cambios estuvo el renombramiento de la compañía como Chrysler Corporation. Además de la restructuración, al paso del tiempo también adquirió Dodge Brothers Inc. en 1928, así como Plymouth y De Soto.

A una década de su fundación, el liderazgo en innovación de Chrysler Corporation le valió el título de "compañía de ingeniería" de Detroit. Dentro de la lista de "avances" automotrices de Chrysler está el Floating Power (un método de instalación de motores que aisla sus vibraciones del chasis), filtros de aceite reemplazables, carburadores de tiro descendente y parabrisas curvos de una sola pieza.

Chrysler alcanzó un nivel de competencia más alto con su serie Imperial. Con una enorme carrocería hecha a medida de LeBaron o Briggs, un motor de 125 CV y un valor de $3,145 dólares, el típico Imperial de principios de la década de 1930 competía con el Duesenberg en estilo, pero costaba casi un tercio.

En 1935 Chrysler dejó el cargo de presidente de su compañía, pero se mantuvo en el consejo de administración hasta su muerte en 1940. Al analizar los problemas y resolverlos mediante una acción decisiva, Walter Chrysler tuvo éxito donde muchos pioneros de la automoción fracasaron, asimismo, sentó las bases para que su compañía se convirtiera en una de las legendarias “Tres Grandes de Detroit”.

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