La mayoría de los automóviles, sino todos, pueden majorar su desempeño si se eleva su potencia y torque. Para esto hay varias soluciones, como la incorporación de un nuevo sistema de escape, una de las alternativas menos costosas.
Al reemplazar el sistema de escape original por uno de alto desempeño, lo que se logra es obtener una ruta más rápida y eficiente para los gases del motor. En términos coloquiales, esta solución permite que el motor "respire" mejor, por lo que el combustible quemado y el aire salen de las cámaras de combustión mucho más rápido. Esto significa que se puede quemar más combustible y aire para crear más poder.
Para lograr que un sistema de escape sea de alto desempeño, los fabricantes se enfocan en el diseño y el material empleado para su construcción. Respecto a la forma hay dos tipos de curvas utilizadas en la fabricación. Los sistemas más comunes emplean la técnica de "aplastamiento". Se trata de un área arrugada en las tuberías que disminuye el diámetro y ralentiza los gases de escape.
Por otro lado, una "curva de mandril" es lisa, por lo que el conducto tiene un diámetro constante a través de la curva. Eso significa que hay menos resistencia, lo que redunda en un flujo de aire más eficiente y un mejor rendimiento.
Por su parte, el material tiene mucho que ver en el trabajo del sistema de escape. Por ejemplo, la mayoría de los sistemas de escape de fábrica están hechos de acero, por lo que tienen una tendencia a deteriorarse con el tiempo. En el caso de los más poderosos, están hechos de acero inoxidable o titanio, para elevar su longevidad y trabajo.
