Hace unos días, en el marco de la cumbre de la OTAN en Bruselas, Bélgica, Donald Trump mencionó que los alemanes son “malos, muy malos” debido al superávit comercial que existe de automóviles vendidos por los fabricantes alemanes en el mercado estadounidense. “Miren los millones de autos que venden en Estados Unidos. Vamos a detenerlos”, comentó Trump ante la cúpula de la Unión Europea, ante la mirada de Angela Merkel, la mujer fuerte del país teutón. ¿Qué hay de cierto en las expresiones del polémico mandatario?
De acuerdo con los números oficiales, el año pasado las marcas alemanas con presencia en Estados Unidos (Audi, BMW, Mercedes-Benz y Volkswagen) vendieron 1,3 millones de unidades y ensamblaron en sus planta en EE.UU. cerca de un millón de coches. Para darnos una idea, BMW produce en Carolina del Sur casi toda su línea de SUVs (X3, X4, X5 y X6) que son exportadas alrededor del mundo. En 2016 se produjeron 313.174 utilitarios en la planta. Daimler, por otro lado, posee una fábrica en en Alabama y construyó un total de 300.000 vehículos de los modelos GLS, GLE, Clase C y Sprinter. Finalmente, Volkswagen produce el Passat en el orden de 150.000 vehículos anuales, cifra que aumentará en los próximos meses con la llegada del Atlas.
Cómo dijo el vicecanciller de Alemania, Sigmar Gabriel, en respuesta a Trump, tal vez sea hora de que los estadounidenses hagan mejores autos si quieren librarse de las empresas alemanas.
