dom 22 de diciembre de 2024

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Test drive

Prueba del Ford Focus RS

A pesar de algunas asperezas, es un auto muy divertido.

Prueba del Ford Focus RS

Si decimos “vehículo compacto, motor turbo de cuatro cilindros, transmisión manual, tracción integral e inspiración en el rally”, quizás se nos venga la imagen de un Mitsubishi Lancer Evolution o un Subaru Impreza WRX ST, verdaderos íconos japoneses. Pero esa descripción también le viene bien al Ford Focus RS, tercera generación, nada menos que el auto del que vamos a hablar ahora.

 

RS, señal de distinción

Si pensamos en un deportivo firmado por Ford, lo primero que se nos viene a la mente es el Mustang, pero en Europa la deportividad y el óvalo azul convergen en las siglas RS, que hacen alusión obviamente a los Rallies. Aunque en nuestro mercado pudieran no ser tan conocidas, representan toda una tradición. Originalmente, los modelos RS fueron concebidos por la división Advanced Vehicle Operations y a lo largo de los años crearon increíbles y codiciados deportivos de calle basados en los Escort o Sierra de su época, y como sucede más recientemente, con el Focus.

Desde el inicio, este modelo ofreció una variante RS en los países del norte. La actual generación está en sus últimos meses, ya que en 2018 llegará la cuarta generación con el regreso de una transmisión automática tradicional (con convertidor de torque) de 10 cambios que será fabricada en México. 

 

Motorizado

Claro que acá vamos a hablar de la versión RS, en donde un 4 cilindros Ecoboost de 2.3L, (como en el Mustang Ecoboost o con el Lincoln MKC) pero con cambios en el turbo y en el intercooler. Sus cifras no son nada despreciables, con 350 CV y 475 Nm. Dicho poder es suficiente para catapultar al Focus RS del reposo a 100 km/h en 4,7”.

El motor está acoplado a una transmisión manual de seis relaciones, con un pedal de embrague muy duro que envía la potencia a las cuatro esquinas vía un interesante sistema de tracción integral, cuyo punto más interesante está en el eje trasero, que envía potencia permanentemente a cada lado, y aunque esto significaría que las ruedas traseras girasen a la misma velocidad todo el tiempo, la labor de hacer girar cada rueda posterior de acuerdo a las necesidades es responsabilidad de dos embragues opuestos que trabajan de forma independiente.

En resumen, el RS no envía torque a las ruedas posteriores y prácticamente se convierte en un tracción frontal, pero como el palier está conectado permanentemente, en cuanto alguno de los embragues empieza a acoplarse, la potencia llega de forma prácticamente instantánea a la rueda, lo que permite reacciones y transferencias de potencia rapidísimas, otorgándole un agarre casi infinito. Según Ford, hasta el 70% del torque podría llegar a una de las ruedas posteriores cuando se emplea el modo de Drift para así descolocar más fácilmente el eje trasero, lo que es igual a diversión garantizada.

 

Lo qué se ve

Estéticamente es bastante agresivo, con una apariencia feroz y nada sutil. Es sustancialmente más ancho que un Focus común, lo que también impacta negativamente en el radio de giro, y las inmensas llantas negras de 19” esconden unas imponentes pinzas de freno pintadas en el mismo y bastante atractivo Azul Nitro del resto de la carrocería, mientras que la parte frontal cuenta con unas gigantescas tomas de aire, muy necesarias para proveer de aire fresco al enfriador.

Sin embargo, la parte más llamativa es la de atrás, gracias a ese inmenso alerón con cuatro puntos de sujeción ubicado en la parte superior del portón trasero, para rematar la salida de escape doble.


Adentro

Puertas adentro lo que más destaca son los asientos frontales firmados por Recaro, que ofrecen extraordinaria sujeción lateral, aunque nuevamente no contribuyen mucho por el lado de la comodidad, sobre todo pensando en trayectos prolongados. Otros detalles como el forro de la palanca y volante con detalles azules le dan una apariencia distinta. Adicionalmente, en la parte superior del tablero encontramos tres medidores correspondientes a temperatura y presión de aceite, así como la presión del turbo.

Por lo demás, el habitáculo es igual al del Focus común y corriente, con el mismo diseño y nivel de detalles. La pantalla central táctil alberga el sistema multimedia Sync 3, que es bastante más simple e intuitivo que su predecesor.

 

El manejo

Detrás del volante, el Focus RS es poco amigable para el uso diario, entre el pedal duro del embrague, y la suspensión que lo es aún más, factor positivo en condiciones de manejo en pista, pero que sacrifica la comodidad para uso urbano, más en calles en mal estado.

La respuesta es contundente y aunque ya no es tan explosiva como con el anterior cinco cilindros, el motor empuja con mucho brío, aunque la entrega de potencia no es del todo consistente. Se perciben saltos conforme sube el cuenta revoluciones, como si por un instante tuviera más fuerza, luego un poco menos y luego nuevamente más.

Más impresionante que las aceleraciones es la forma en que es capaz de sortear las curvas en modo Pista. Incluso al entrar muy pasado al momento de doblar, el Focus RS con un suave y controlado deslizamiento lateral encuentra la forma de salir catapultado hacia la siguiente curva a toda velocidad. El castigo a las ruedas, claro, puede llegar a ser brutal.

Eso demuestra que el hábitat natural del Focus RS son los caminos llenos de curvas o una pista trabada, en esas circunstancias garantiza millones de sonrisas. Por su parte, los frenos, fabricados por Brembo, están a la altura del resto del conjunto mecánico y aunque son algo ruidosos, detienen al RS con mucha efectividad y poca fatiga.

 

 

 

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