Podríamos pensar a cada edición de Autoclásica como una ventana a la historia de la industria automotriz, un portal al pasado donde convergen mundos tan disímiles como el de la mecánica y el arte. Quizás es allí donde se explique que en tantas partes del mundo se despierten las mismas pasiones; quizás esa alquimia, en la que se mezcla la belleza con la ingeniería, sea la culpable de que suspieremos ante una "simple" máquina, sentimiento inexplicable condimentado en este caso por un toque de nostalgia.
Casi como un ritual, una sana costumbre, este año volvimos a la muestra de autos clásicos más importante de Latinoamérica con la premisa de ir despojados del trajín de la tarea periodística, enfocándonos en esos detalles que convierten en importantes a las cosas grandes.
Resulta anecdótico aclarar que la mejor unidad del evento fue una Ferrari 250 LM secundada por un BMW 507 Roadster y un Ford GT40 impecables; hubo muchísimos galardones en distintas categorías, pero hubo aún más reconocimientos de parte de los visitantes que sonrieron, preguntaron y entablaron conversaciones con los expositores.
Autoclásica no es solamente un evento de autos clásicos, es la juntada del club fierrero más numeroso.
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Galería de Autoclásica 2016: La atención al detalleIr a la galería
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