dom 22 de diciembre de 2024

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Test drive

Prueba Audi A1 Sportback S-Line

Es chico, tiene 5 puertas y 180 caballos, ¿Cómo funciona todo esto junto?

Prueba Audi A1 Sportback S-Line

La casa de los cuatro anillos fue pionera en el mundo de los medianos premium con el A3, sin embargo, tenía una cuenta pendiente con los compactos, donde le quedó el sabor amargo del A2. Ahora con el A1 vuelve para plantarle batalla a los pequeños más sexys como los MINI y DS3.

En este caso probamos la nueva versión Sportback, es decir con dos puertas traseras, en variante S-Line de 180 galopantes caballitos.

 

Técnica y seguridad

No es una novedad que el Grupo VW comparta plataformas entre los modelos de sus diversas marcas, inclusive se ha vuelto muy efectiva en hacerlos lucir muy diferente. En este caso, el A1 comparte sus entrañas con los Volkswagen Polo y SEAT Ibiza.

Respecto de la estructura y suspensiones no hay nada fuera de lo común, McPherson adelante y brazos arrastrados con barra de torsión atrás. En el aspecto mecánico es donde deslumbra ya que nuestro pequeño demonio con traje de "niño bien" tiene un 1.4L con compresor y turbo que genera la friolera de 180 CV y 250 Nm constantes entre 2.000 y 4.500 rpm. Remata una caja S-Tronic de doble embrague, 7 velocidades y levas en el volante.

En seguridad el despliegue es completo con 6 airbags, fijaciones ISOFIX, ABS y control de estabilidad.

 

Diseño

El A1 tiene una extraña particularidad, el remate posterior usa la misma solución que la línea Q, es decir, de SUVs de la marca. Esto quiere decir que el portón es envolvente y se lleva con él los faros traseros, teniendo que recurrir a luces extra empotradas en los guardabarros. Seguramente este estilo se aplicó para disimular mejor el largo total (de casi 4 metros) e inclinar el pilar posterior dando un aspecto más deportivo.

Tratándose de la versión S-Line, se destacan los aditamentos deportivos con bocas frontales más grandes, salidas de aire en los guardabarros delanteros, llantas de 17”, sutiles faldones, una suerte de difusor posterior con escape de doble boca y alerón. Remata el combo el uso de LEDs en forma de tubo en las cuatro ópticas, que termina de darle esa imagen de enfant terrible.

 

Interior

Entrar a la cabina de un Audi siempre es un placer, y el A1 demuestra que la calidad va más allá del tamaño. Tal es el despliegue de plásticos buenos (no solo en la parte superior, también en las secciones bajas) y la perfección de las juntas, que puede hacer pasar papelones a algún modelo mediano de otra marca premium.

El diseño sigue los parámetros Audi, sobrio y redondeado, hay una pantalla que se despliega manualmente, cromados que se sienten frios al tacto, cuero suave y algunos acentos en negro brillante. Tratándose de un S-Line, la única queja es la falta de "emoción racing", incluyendo el tapizado combinado de los asientos cuyo formato es realmente ergonómico y deportivo.

Las puertas traseras suman practicidad, aunque el espacio atrás es algo restringido para adultos de 1.75 m o más y solo cuenta con dos asientos individuales. Remata el techo solar que cubre toda la sección delantera.

 

Comportamiento dinámico

El 1.4L puede parecer muy chico, pero la verdad es que empuja como un titán. La caja doble embrague tiende a mantener el cambio lo más alto posible para contener el consumo en ciudad, que realmente es bajo. Ante un pisotón abrupto al acelerador, habrá que esperar a que la caja baje uno o dos cambios y después de eso es un FastForward hasta el próximo punto de referencia. La aceleración es tal, que cada vez que se pega el pedal derecho al piso, el control de tracción tiene que intervenir para salvar a las cubiertas de una muerte por derretimiento. Si ponemos la caja en modo Sport, entonces se ocupa de mantener el tacómetro alrededor de los 3.500 giros y la respuesta al acelerador es instantánea.

Basta con pasar por la primera bocacalle o pozo para darse cuenta que las suspensiones son demasiado firmes, e inclusive el perfil bajo de las cubiertas y su dureza ponen al A1 S-Line en el borde de lo que podemos llamar confort. La contracara está en ruta, donde el velocímetro puede pasar los 200 km/h sin que se inmute la carrocería.

Aún superando velocidades legales sorprende lo bien insonorizado que está y no solo teniendo en cuenta que es un compacto. A 120 km/h (115 de GPS) viaja con el tacómetro desahogado y un registro promedio de 5.8L/100km. En curvas de todo tipo gira como sobre rieles, con mínimo rolido y solo hay que tener cuidado con los accidentes del asfalto ya que las suspensión tan dura lo hace algo saltarín. El poder de los frenos también está a la altura de las circunstancias.

 

Conclusiones

El A1 puede ser un auto chico, pero no por eso es menos Audi, algo que deja plasmado en la calidad superlativa de la cabina. En el caso de la versión Sportback, las dos puertas traseras extra suman practicidad, aunque limitada ya que el espacio en esas butacas es acotado para adultos de más de 1.75 metros.

Finalmente queda por evaluar el desempeño de la versión S-Line. Lo primero que podemos decir es que es muy rápido tanto en línea recta como en curva. Lo segundo es que la firmeza de las suspensiones es excesiva para el estado de nuestro asfalto. Si tu espíritu deportivo es más fuerte que tu espalda, entonces es uno de los juguetes más divertidos que el dinero (mucho) puede comprar. 

Comercial de TV del Audi A1

Hernando Calaza / Fotos: Ezequiel Las Heras recomienda